martes, 24 de noviembre de 2015

La culpa de los ochenta....o cuatro perfumes groseros que nos incitan a pecar.

Los ochenta es una época de exceso que sería, veinte años más tarde, en la fuente inagotable del kitch. Porno casero, el disco, la música portátil que se llevaba en caseteras recreando mundos de fantasía para las nuevas drogas y… Dinastía o Falcon Crest o Miami Vice. Por doquier la estética barroca de los Chicago Boys mostraban a sus esposas envueltas en los drapeados de Ungaro, las hombreras de Saint Laurent o los vuelos abultados de Ferré para Dior; todo era grande, ostentoso e hiriente, no había paso para la simpleza pues el sueño americano se vendía por doquier gracias a las recién estrenadas tarjetas de crédito. Ser rico y demostrarlo era la última moda ya que todo era envidia, codicia, lujuria y una gula constante de lujo y sofisticación.



Los perfumes de esta época son creaciones monstruosas llenas de notas olfativas y estructuras demoledoras que arrasaban con todas las narices a su paso dejando el aire repleto de sus efluvios narcóticos. Poison, París, Creation, Animale, Ysatis o Carolina Herrera, perfumes  que se configuraban como criaturas llenas de elementos vivos que se superponían unos con otros creando un aire de misterio y pecado alrededor de la mujer que lo portaba y de paso, llenándolo todo con su presencia. No existe un perfume de esta época que sea una fragancia simple o humilde pues en estos años la discreción no era una virtud a seguir.

La siguiente es una invitación a recordar perfumes ícono de una época que dejo recuerdos y de paso, se llevó gran parte de mi niñez. He dejado muchos fuera, en parte porque tengo una deuda pendiente de exclusividad para algunos de ellos o bien porque se han revisado anteriormente: Lou Lou de Cacharel, Poison de Dior, Paris de YSL, Coco de Chanel, Diva de Ungaro, Must de Cartier, Carolina Herrera, Oscar de la Renta y Diva de Ungaro, están presentes en entradas antiguas de este blog.


Giorgio de Giorgio Beverly Hills: la pereza.

Año de lanzamiento: 1981
Floral, con algunos acuerdos Chipre.
Creador: Bob Aliano.
Reformulado y muy mal, por cierto. Desastroso.

Floral opulento y ahogante es un ícono de lo que los ochenta representan: una época hedonista, apasionada por lujo, donde el ocio extremo y la diversión si limites se coronaban como la máxima a seguir. Huelo esto y no puede dejar de pensar en un bronceadísimo Don Johnson que recorre la bahía de Miami sobre una lancha, vistiendo un traje blanco y acompañado por una mujer rubia de melena vaporosa y labios rojos,  vestida de seda azul y con grandes pendientes dorados.

Recuerdo Giorgio muy bien,  su salida frutal de duraznos y albaricoques maduros y jugosos, su secado de potente tuberosa con adiciones de jazmín cremoso, gardenia opulenta y fragante ylang-ylang que decantaban en un acuerdo de vainilla y ámbar, dulce y leñoso con trazos de musgo de roble que no hacía menos que adicionarle más profundidad y dramatismo a su secado de polvo de sándalo que le era tan característico.

Giorgio es una invitación a la pereza, a no hacer nada, pasear por la ciudad y consumir en tiendas de moda artículos que no se necesitan; es el aroma que enmarca la superficialidad por las formas, los estilos, el cuerpo y el goce estético, profundamente divertido aunque después de un tiempo, agobiante.

En la actualidad ha envejecido mal, el que fuera la quintaesencia de una época hoy se configura como una señora mayor que se ha sometido a demasiadas cirugías estéticas tratando de mantener su aspecto de juventud. Esta dama, debido a su superficialidad desmedida, se ha olvidado que el ser joven se lleva en el alma y que la belleza interior termina por imponerse al exterior; Giorgio se ha llenado de elementos plásticos y de silicona sintética que hacen que sus bellos acuerdos florales parezcan chillones y absolutamente demodé. La nota de musgo de roble actual, si es que aún lo tiene,  le otorga un secado similar a un jabón verde de mala calidad que el vintage no poseía y la vainilla balsámica, se ha transformado en una esencia barata e hirientemente sintética…un pena.

En lo personal, prefiero quedarme con el recuerdo de lo que era o bien, capturar alguna botella de la vendimia. Su duración aún es por sobre el promedio.


Paloma Picasso: la codicia.

Año de lanzamiento: 1984.
Chipre-floral, aunque sus acuerdos especiados me recuerdan a un miembro de la familia oriental.
Creador: Francoise Gilot.
Reformulado aunque mantiene su estampa clásica. Una buena apuesta.

Paloma Picasso es el aroma de la codicia, para mi este perfume es como olería Alexis Carrington o alguna malvada de las teleserie de antes; una mujer seductora con un peinado voluminoso, amplias hombreras y grandes joyas doradas sobre su estola de armiño, un floral potente y algo amargo, licoroso en extremo y con una personalidad avasalladora…un aroma de los ochenta.

Hace un tiempo lo volví a oler para hacer el ejercicio de recordar mi infancia entre Santiago y el sur de Chile. En los ochenta y principios de los noventa, esta fragancia era un ícono que demostraba poder adquisitivo, lujo y femeneidad insolente. Se olía por todos lados y bueno, siempre y cuando se pudiera pagar, era una apuesta segura de una mujer orgullosa de serlo.

Clavel y jazmín atravesado por las notas verde y astringentes del cilantro y la angélica y luego, almizcle unido a un ámbar oriental, puntos de civeta picante y luego maderas dulces secas y masculinas. Codicioso en su expresión de abarcarlo todo, llenarlo todo y arrasar con todos a su paso; en la actualidad no es tan potente como en su versión clásica, es posible que por sus notas, haya sido reformulado pues ha perdido parte de su voluptuosidad animal, cayendo en puntos de civeta sintética que molestan y hacen añorar la profundidad ambarina de la primera fórmula pero, al igual que Opium de YSL, la versión actual, si no se ha probado la antigua o se mira con la belleza que hoy detentan, trae a la memoria épocas pasadas de opulencia y las ansias de un lujo desmedido.

  
Obsession de Calvin Klein: la lujuria.

Año de lanzamiento: 1985.
Oriental con todas sus letras, profundo, enigmático y potente.
Creador: Jean Guichard.
Reformulado no he tenido oportunidad de comparar la fórmula original.

Un maravilloso clásico reformulado, jamás olí Obsession for woman de CK aunque si usé, a principios del 2000, la versión masculina; por ello mi nariz es “como una virgen” a su aroma, “tocada por primera vez” y me mantiene feliz que así sea. Este perfume es opulento, mágico, arrasador, comestible y sexualmente ambiguo.

Su salida hojas verdes y astringentes cruzadas por trazos de dulce de vainilla y cítricos suaves; pasado unos minutos se disparan especies muy fuertes: pimienta, canela y un dejo de curri, matizadas por  jazmín cremoso y luego, enormes cantidades de vainilla leñosa, ámbar, madera picante y más vainilla, que le otorgan un aspecto balsámico y alcohólico, cercano a un licor de buena calidad. Es probable que la fórmula original haya sido mucho más rica pues he investigado que poseía adiciones de civeta y almizcle natural que,  en la versión que poseo, no se perciben.

Espectacular e invernal, potentemente cálido y dulce pero no empalagoso, no posee ningún punto floral o cítrico que sea destacable por sobre las leñosas especies; es un oriental opulento con todas sus letras y sus acordes así lo demuestran desde el principio hacia el final. Obsession es una invitación a beber más allá de los límites, a disfrutar hasta quedar sin aliento y a sorber las experiencias a grandes bocanadas, es un aroma para sentir lujuria de vivir.

Con este aroma me pasó algo similar que con Jungle  de Kenzo u Opium de YSL, las versiones femeninas son superiores a las masculinas en todo sentido y perfectamente unisex.

Estela de moderada a pesada y duración de 6 horas aproximado...



Red Door de Elizabeth Arden: la gula.


Año de lanzamiento:1989.
Oriental floral opulento.
Creador: Carlos Benaim.
Reformulado y un poco desastroso.

Hay algunos florales voluptuosos llenos de elementos que los hacen comestibles y que se mantienen en la memoria desde siempre. Mi mamá uso Red Door, mi abuela también, algunas de las “tías” (para los niños de mi país  son genéricamente “tíos” todos los adultos con las cuales existe algún grado de cercanía, desde los profesores hasta los amigos o amigas de los grandes de la familia), que rodeaban mi casa de infancia. Era un perfume popular a fines de los ochenta, representaba la nueva tendencia floral, frutal con una base especiada tan de moda en esos años; antes que los noventa explotaran en la androginia del perfume que no huele a aguas que han tocado pétalos o cáscaras de cítricos.

Su salida es profundamente frutal, madura y dulce: melocotones aterciopelados, ciruelas negras al estilo de Poison y toques de anís con rosa que, pasados un par de minutos son asaltados por miel, trazos de clavel cremoso, polvo de sándalo e ylang-ylang amarrador por el aroma narcótico de la tuberosa; un conjunto apretado dulce floral y cálido con una fuerte presencia alcohólica que recrea un acuerdo de licor  frutal. Hacia el final de su estructura olfativa, ámbar, toques de pachulí, cedro, benjuí y almizcle, le otorgan el secado de maderas dulces y resinosas que son tan propias de los perfumes de esta época. En resumen se trata de un acuerdo rojo de miel, flores y maderas con una fuerte carga licorosa que lo hacen absolutamente comestible, hasta hartarse de el.

En la actualidad Red Door huele absolutamente sintético y fuera de lugar. La que fuese una fórmula encantadoramente golosa y arrebatadora, se ha convertido en una conjunción extraña de elementos que recuerdan una colonia barata de supermercado y que, producto de lo que caló en la memoria colectiva, ha sido imitado e inspirado aromas genéricos hasta la saciedad. Hoy no solo huele fuera de moda sino que también no posee la clase que detentó hace veinte años atrás…y eso, ni la belleza elegante de Katherine Zeta Jones lo puede evitar.


Estela actual moderada a pesada; la fórmula actual...yo lo dejaría pasar.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Vainillas gloriosas….o los tres acuerdos usados en perfumería (cándida, sensual y sucia).

La vainilla siempre ha sido una nota tremendamente popular en perfumería; este fruto es  originario de las regiones tropicales de América, África y Asia oceánica.  Esta especie proviene de una familia de orquídeas cuyo cultivo se realiza exclusivamente para la extracción y/o tratamiento de sus frutos: la chaucha o vaina de vainilla, rica en aceites esenciales odoríferos: la vainillina, que, combinada con otros acuerdos olfativos, dan un toque dulce gourmand a las fragancias.

En la actualidad son dos los aspectos comerciales de esta esencia: el aceite natural, muy caro y extraído después de minuciosos procesos químicos, y el artificial o dilución de  hidroxialdehidos (derivados del fenol), mucho más baratos y simples de producir; como en todos los aspectos propios de la perfumería, la diferencia fundamental entre ambos radica en la profundidad y opalescencia del aceite, mientras la natural es una rica mixtura balsámica de fondo aterciopelado, la artificial se siente más delgada y menos profunda pero mucho más estable, potente y dulce.

En perfumería se utiliza por sobre todas las otras variedades, más de cien tipos diferentes de vainillas, la del género Bourbon: una especie originaria de la Isla Reunión que ha sido producida por medio de procedimientos de polinización artificiales, desde el siglo XIX. La actual esencia artificial de vainillina se basa en la emulación de este aroma caracterizado por su cremosidad láctica, su fondo licoroso y su cuerpo dulce con trazos ligeramente picantes y leñosos.

Si hablamos de vainilla, qué es lo primero que se nos viene a la mente. Hagamos un ejercicio, cerremos los ojos y tratemos de emular los momentos en que hemos sentido este aroma, probablemente nos asalten los recuerdos de la infancia; nuestras madres o abuelas y sus postres. Cuando pienso en vainilla no puedo dejar de sentir el arroz con leche de mi mamá y la sensación sanadora que este dulce tenía en mi, pues lo preparaba cada vez que me agripaba durante los largos meses de invierno en mi país.



Los perfumes con vainilla son construcciones caracterizadas por su profundidad y por los aspectos cálidos y dulces que persiguen recrear, sin embargo, existen muchas vainillas que exploran sensaciones distintas a la de los recuerdos que esta esencia provoca. En perfumería, y ahí radica la magia de este mundo, la estratificación de notas, así como la unión con otros elementos aromáticos, son capaces de recrear sensaciones y estructuras completamente divergentes con las emociones que nos puede causar uno u otro olor de forma individual.

Hay vainillas dulces, coquetas y llenas de una ternura comestible como Amour de Kenzo o Hypnotic Poison de Dior;  pero también las hay repletas de humo, oscuras y ligeramente sucias como Tobacco Vanilla de Tom Ford o Shalimar de Guerlain y algunas sencillamente sensuales, carnales y narcóticas como las presentes en Dior Addict u Opium de YSL. No importa cual sea su orientación  o los elementos que la acompañen, la vainilla es una de las esencias que de mejor manera le insufla una característica voluptuosa a la fragancia y por ende, profundidad y exotismo.

En esta revisión de las fragancias de Vainilla he dejado muchas fragancias fuera, en parte, por que cientos de perfumes construyes sus acuerdos en torno a esta nota y también, porque en otros post he dedicado palabras para muchas fragancias especiales que giran alrededor de ella. (Cada uno de los ejemplos citados anteriormente han sido analizados en este blog).


1.- La vainilla cándida:

Estos perfumes buscan rememorar los estados de la infancia por medio de una estratificación gourmand del fruto. A la vainilla se le adicionan otros elementos comestibles como el chocolate, azúcar, caramelo, frutas, etc. que constituyen un fórmula en torno a la confitura o postre y que, por ende, invitan a jugar, a disfrazarse y a provocar en el usuario una sensación sutil de inocencia y dulzor. Esta es la vainilla que está presente en muchos perfumes actuales y que, al parecer, es la favorita del gran público.


Lolita Lempicka Au masculine:

Un placer usar este acuerdo de dulce de anís, regaliz, praliné, violeta y ron. No hay nada, absolutamente nada masculino en esta fragancia y tampoco nada femenino en ella. La vainilla no es el acuerdo predominante o por lo menos, no sobrepasa a la adición de regaliz que lo inunda todo a su paso, pero el resultado final traen a la memoria estos acordes olfativos.

Au masculine es un hito de la perfumería contemporánea, como todas las fragancias rupturistas y que van más allá de los géneros, posee un millón de fans y también, la misma cantidad de detractores; algunos la tildan de obra de arte y otros de una basura, pero nadie puede señalar que es una fragancia cualquiera, puesto que, no hay nada en ella que sea cotidiano o clásico.

Este acuerdo gira en torno a una sexualidad bisexualisada, está lleno de elementos propios de la perfumería femenina, sin embargo, el resultado no se traduce en una masculinidad afeminada, sino todo lo contrario, pues es perfectamente usable por un hombre y adaptable a una mujer.

A qué huele: regaliz, caramelos de anís con trazos de chocolate dulce, almendras (tal vez, mazapán), tonka, licor perfumado con una vainilla balsámica y un fondo de delicado y amaderado vetiver ligeramente atalcado.

Soy dueño de una botella de 100 ml del 2005  y he tenido la posibilidad de olerla hace poco (ha cambiado su botella) y debo confesar que ha modificado ligeramente su estructura así como su duración; el regaliz se siente con trazos plásticos que no están presentes en la versión que poseo y su vainilla es más aguada y menos profunda. Hoy es más amable, más adaptable y “más masculino” de lo que era; a algunos usuarios esto les puede gustar, para mi, que me atraen los aromas distintos y poco amables, es una pérdida absoluta del que es uno de mis perfumes favoritos. Su duración actual alcanza a las cuatro horas en contraposición a las siete de la versión anterior, en ambas, la potencia es alta solo la primera hora.

Fue lanzado el 2000 y la nariz detrás de su creación es Annick Menardo.


Vanilla & Anise de Jo Malone:

Conocí Jo Malone en un viaje e inmediatamente quedé prendado por sus aromas naturales y sus esencias de aspectos naturales que lo acercan a la perfumería artesanal de lujo; la marca aborda desde perfumes para el hogar hasta productos cosméticos.

Esta vainilla es blanca, profunda e inocente, con florales delicados y notas de nardo que, más que hacerla narcótica y profunda, la acercan a un delicado día de otoño, casi cálido.

Cuando probé está fragancia no pude dejar de pensar en una tarde de domingo a finales de la primavera o principios del otoño; el jardín de mi abuela bullente de hierbas aromáticas, nardos, azahares y jazmines y en la cocina se enfría un flan de leche perfumado con unas gotas de licor de anís, esperando para ser devorado por los primos hambrientos de golosinas; huele a eso, vainilla dulce y cálida, licor de anís, especies ligeras,  hierbas de jardín y crema de leche.

Es suave, delicado y unisex pero su estela es baja y su duración alcanza a las cuatro horas. Fue lanzada en 2009.




2.- La vainilla sensual:

Dejando de lado el hecho que el uso cándido, casi infantil, puede resultar profundamente atrayente para algunos usuarios, la vainilla sensual se caracteriza por estructurar la nota en torno a las maderas dulces, las flores de gran presencia y el uso de almizcles suaves y sugerentes. Si el acuerdo cándido buscaba emular los postres de la infancia, este conjunto pretende atraer y narcotizar al usuario haciendo despertar sus sentidos y emociones en torno a las noches de verano y a los juegos eróticos.

La vainilla sensual es principalmente oriental, pesada, nocturna y profundamente balsámica


Gaultier 2 de Jean Paul Gaultier:

Esta vainilla animal y sensual, se estructura en torno a la idea de un perfume compartido; una esencia lo suficientemente poderosa y ambigua que quede bien con ambos sexos, cumpliendo su objetivo a cabalidad. En la piel de un hombre es una vainilla dulce y leñosa con trazos de ámbar y toques almizclados que la hacen la perfecta compañera para las noches de invierno, en el cuerpo de una mujer la vainilla se vuelve cálida, floral y profundamente picante.

Este es un aroma balsámico con todas sus letras, es espeso, casi aceitoso y potentemente animal; en algunos puntos me recuerda a la versión original Addict de Dior, sobre todo en el tratamiento andrógino de la nota de vainilla, sin embargo el Dior, aunque nocturno, es delicado y sofisticado, mientras que el Gaultier es crudo, oscuro y picante.

El perfume es vainilla, ámbar y almizcle, profundamente pesado y de estela ahogantemente dulce, se debe usar con discreción para lograr los efectos deseados. Fue lanzado en 2005 y creado por Francis Kurdjian.


L de Lolita Lempicka:

Uno de mis perfumes favoritos de esta nota. La vainilla es leñosa, picante y pesadamente balsámica con trazos cítricos y amargos. No es una fragancia femenina, sino más bien un unisex que se configura como acuerdo inspirador y diferente.

Naranja amarga terrosa, como la de Terré d´Hermés,  unida a trazos de canela en rama, puntos astringentes de hierba seca propio del aroma de la Siempreviva y algunos puntos de tonka que aumentan la sensación profunda de esta vainilla sensual y cálida. Hacia el final de su estructura aromática, la vainilla, presente de principio a fin, se recoge en volutas de humo verde propias de la nota de sándalo.

Pese a lo que pueda parecer al observar su hermosa botella, no es una vainilla dulce y empalagosa, sino más bien caliente y profunda con puntos quemados y ásperos que la transforman en un perfume muy interesante que, dicho sea de paso, es una de las  características de los aromas de esta marca.
Fue lanzado en 2006 bajo la creación de Mourice Roucel; en la actualidad se encuentra descontinuado pero es posible comprarlo en línea.


3.-  La vainilla sucia:

Humo, cuero, tierra, sudor, pesados almizcles y toques animales, configuran vainillas con auras de misterio y sensualidad corporal. Estos acuerdos se estructuran como aromas dulces y cálidos que giran en torno a puntos sucios y secos; no son fáciles de digerir por cualquier nariz y mucho menos portables por cualquier usuario.

No es de extrañar que estas vainillas contengan adiciones de especies que recuerden el olor corporal, como el comino o cardomomo, cuero y notas plásticas o bien elementos vegetales densos que pretenden darle profundidad y pesadez a sus fórmulas.

Son muchos los ejemplos de perfumes antiguos que podemos encontrar en esta categoría y que, en la actualidad, se encuentran completamente demodé o fuera de los gustos contemporáneos.í ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ el comino o cardomomomes antiguos que podemos encontrar en esta categorn el olor corporal, como el comino o cardomomo


Cinema de Yves Saint Laurent:

Amarilis, vainilla y un toque de cuero muy leve, no declarado en sus notas, son suficientes para incluir esta fragancia dentro de las vainillas sucias y provocadoras.

Cinema fue lanzado el 2004 y, desde mi perspectiva, es el último de los grandes perfumes de YSL o por lo menos, uno de los postreros representantes de los aromas atrayentes, exóticos, femeninos y capaces de arrasar con todo a su paso, que caracterizaron a la perfumería tradicional; es probable que en la actualidad se encuentre descontinuado pues hace mucho que no lo veo.

Floral, dulce con acuerdos frutales ligeramente agrios, un ámbar profundo que le otorga puntos de licor, benjuí y almizcle polvoso. Esta vainilla se encuentra a medio camino entre la oscuridad y la luz; es un perfume de mujer con todas sus letras y  aunque floral oriental, me recuerda a los antiguos chypres florales y animálicos de los años ochenta; su  aroma embriagador y nocturno traen efluvios a Paloma Picasso, Giorgio Beverly Hills o Lou Lou de Cacharel.

Fue creado por Jacques Cavallier.


Joop! Femme de Joop!:

Esta fragancia cremosamente floral, posee toques animales que la transforman en un aroma dulce, sucio y punzante. Sus notas de inicio rondan un jazmín no láctico, fresco y ligeramente acido que es atravesado por aldehídos vegetales y herbáceos, matizados por frutales agrios, similares a los de Escape woman de CK pero sin el calone; estos acuerdos son resaltados por una civeta punzante que hacen explotar un acorde de vainilla, ámbar y polvo de sándalo. Hacia el final, cuando la algalia ha perdido protagonismo, las maderas dulces con trazos de pachulí, ámbar y tonka, lo transforman todo en un aroma delicado y profundo.

Joop! femme es ochenta en todo su esplendor, potente, picante, balsámico, hiriente y profundamente desconcertante, es floral, ligeramente frutal, un poco metálico y lleno de vainilla con secreciones animales.

La civeta y la vainilla son las notas que destacan desde su inicio hasta bien avanzado su secado; no hay un punto fresco en esta fragancia y algo que pueda hacernos descansar de su estructura monolítica. Joop es ahogante, impaciente y arrebatador, no deja espacio a la imaginación y al descanso y por eso, profundamente atractivo y diferente.


Fue lanzado en 1988 bajo la creación de Michel Almairac.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cinco grandes perfumes masculinos que ahora no lo son tanto....o los problemas de la reformulación.

De listas un mundo, la red está llena de listados infinito; esta es una lista más dedicada a los perfumes estrictamente masculinos que han marcado algún momento importante en mi vida, ahí la diferencia de esta con respecto a otras.

He dejado fuera  muchos grandes aromas  de los que ya he hablado o mencionado en otros post y con algunos, por ejemplo Kouros de YSL, nunca he tenido contacto con sus fórmulas originales. Trataré de ser justo con las impresiones y emociones que evocan y por ende, limitaré las historias en relación a sus estructuras olfativas y a las anécdotas que se relacionan con su uso. Todos estos perfumes los he usado en distintas etapas de mi vida y en el caso de algunos, mantengo botellas antiguas.


 En todos los ejemplos que cito a continuación las reformulaciones han diezmado los elementos olorosos que los elevaron al nivel de íconos de una época y que, los hacían especiales y por ende, diferentes en su rango y especie, sin embargo, hay que dejar paso a una duda que se asienta en el hecho que, debido a las constantes “inspiraciones” de las que se han servido marcas genéricas o desodorantes para inundar el mercado, estas fragancias puedan resultarnos tan conocidas que caigan en el peso de lo aburrido o bien, que estén tantos años junto a nosotros que ya no nos sorprendan. Lo que es un hecho innegable es que todas han rebajado su estela y su duración alcanza mediamente a la mitad de lo que era.

1.- Jazz  de Yves Saint Laurent

A los 20 años me quise transformar en un hombre hecho y derecho y comencé mi experiencia olfatoria con Jazz, una botella gigante propiedad de mi abuelo de un material parecido a la cerámica mitad negra y mitad blanca, con vértices en punta que le daban un aspecto sumamente masculino. Conocí a mi primera pareja formal usando este perfume y recuerdo que aún cuando me gustaba demasiado siempre sentía que me quedaba un poco grande.

Jazz era un monstruo amargo, ligeramente aldehídico, ahumado, terroso y profundo, con acuerdos  ásperos y crudos de hierbas, puntos de cuero y tabaco picante que lo hacían una fragancia arrolladora. ¿Qué es hoy?, un cálido acuerdo de vetiver atalcado con puntos dulces de tonka que lo transforman en un “masculino políticamente correcto”, nada que ver con la aspereza verde de su fórmula original.

La comparación esta hecha en base a un perfume que recuerdo muy bien (lo usé por dos años seguidos) y hoy, cuando lo vuelvo a probar, no me convence con la fuerza de aquel entonces. Debo confesar que Jazz para mi fue un acto de rebeldía frente a los acuáticos- fougere- alimonados que reinaban a principios de los noventa… un par de años después me volvería fans de alguno de ellos. Los gustos cambian y las pieles también.

No es mucho lo que pueda decir, la fórmula original era por demás un monstruo masculino, irreverente y un poco grosero pero, ha desaparecido. Los acuerdos actuales del perfume no están mal, es un aroma agradable, masculino y mayor, que huele levemente a Jazz.

Fue lanzado en 1988 y creado por Jean Francoise Latty y, a pesar de una leve impresión al inicio, la fórmula actual no me provoca la rebeldía elegante que le era tan característico.


2.- 212 men de Carolina Herrera:

Uno de los perfumes más especiales de mi historia, no por lo relativo a su estructura olfativa que encuentro un poco aburrida, sino por las historias que se esconden tras su uso. Fue mi firma, junto a Cool Waters y Ô pour homme, entre 2003 y 2006 lo usé un millón de veces y tuve tres botellas diferentes. La estela y la duración de 212 era legendaria, el perfume se quedaba por horas flotando en mi habitación y por días (lavado de por medio) en mi ropa. Hoy con suerte dura cuatro horas y muy a ras de piel por otras dos.
Botella y caja actual.
En si mismo, el aroma que recuerdo no difiere del actual, pero ha sido rebajado a la concentración de una colonia barata y de fácil acceso.

Su estructura se abre con acuerdos dulces y frescos de petit grain, notas verdes lechosas y suaves, jengibre picante y especies que decantan en florales suaves que rodean los aspectos ácidos, rebajándolos y dándole la posibilidad de ser usada en distintos ambientes o épocas del año…si no fuera por esto 212 sería una fragancias veraniega simple y de aroma agradable.

Botella y caja de lanzamiento.
Al final de sus estructura las maderas suaves, cálidas y dulces son configuradas en torno al almizcle, que en la versión antigua, tenía una presencia muy potente de principio a fin y puntos de humo fragante de incienso verde.

El aroma es muy conocido y es propio de un hombre joven, todos los chicos a principios del 2000 olíamos a 212 y dejábamos la estela a nuestro paso conquistando a quienes se veían atrapados por ella. Hace un par de meses adquirí una pequeña botella para recordar viejos tiempos y ¡sorpresa! su aroma casi no había cambiado, sin embargo, ha  sido reestructurado o mejor dicho un “rebajado” en sus notas, lo que ha provocado que su estela no sea ni la mitad de poderosa o duradera de lo que recordaba.

Fue lanzado alrededor del 2000 bajo la creación de Alberto Morillas, Anne Gottlieb y Rosendo Mateu.


3.- Le Male de Jean Paul Gaultier:

Sucio, sexual, ambarado y potente. El rey del disco en los noventa es hoy un caballero avainillado, abenjuízado y lleno de puntos intermedios entre lo dulce y lo animal.


Si el antiguo era una esfinge mítica que lo devoraba todo a su paso, el actual es una fragancia más dentro del montón de perfumes dulces que existen para hombres. Qué pasó con el punto sucio, con el olor corporal sexualmente ambiguo y la vainilla balsámica cercana a lo narcótico que me hacía arrugar la nariz cada vez que olía Le Male? Quedó en el olvido, hoy la fragancia sigue siendo un referente de sensualidad masculina pero creo que se acerca mucho más un aspecto mítico que a lo transgresor de  su aroma.

Le male es un tipo salvaje que en su juventud se metió en todos los problemas y conquistó mujeres y también hombres, con su sonrisa seductora y su aroma a bestia; una especie de  Marlon Brando en “Un tranvía llamado Deseo”, un tipo diferente, profundamente salvaje y sucio. Hoy es un elegante señor jubilado, con mucha clase y solo con historias del pasado que vivió; los puntos picantes, ligeramente ácidos, sucios y sudados del acuerdo cardomomo-comino y la fuerza del cedro-tonka-ámbar, han sido rebajados y reestructurados en una vainilla licorosa, ambarada, con una tonka dulce y maderas no picantes o intrusivas.

El perfume sigue teniendo una estela poderosa y una excelente duración comparada con las fragancias actuales. Fue lanzado en 1995 y creado por Francis Kurkdjian.


4.- A* men de Thierry Mugler:

Este oriental opulento y vanguardista (hablamos de una época en que no existía la obsesión por el niche) es el aroma de las primeras vacaciones que he costeado con mi trabajo.

Cuando uno sale de la universidad con su título en la mano posee dos sueños, encontrar un trabajo que valore la perfecta sapiensa de profesional novel  y poder con ello costearse una vacaciones soñadas. Es posible que esta situación no sea transversal a todos los profesionales jóvenes pero en mi caso era el objetivo que tenía cuando comencé, con esperanza y paciencia, a enviar currículos a cuanto empresa requería de un  trabajador “tan calificado” como yo.
Mi primera botella de A*men



A*men es producto de esas esperas eternas en los aeropuertos que, a la mayoría de las personas les aburren y a mi me encantan puesto que, me da la posibilidad sibarita de disfrutar de una perfumería completa a mi disposición, sin que nadie me estorbe. Probé el Mugler de ida y lo encontré groseramente hiriente y lacerantemente cargante, un pequeño spray en la muñeca duró 12 horas; a mi pareja le encantó y no dejaba de olerlo, a mi la verdad, nunca acabo por convencerme. En el viaje de regreso me lo regaló y como soy muy cortés lo recibí con sonrisas, besos y abrazos.

La última botella adquirida en 2014.
Caucho, goma, caramelo quemado, pachuli, puntos de café expreso y chocolate negro endulzado con miel y un punto de crema, este perfume no daba respiro a mis impresiones y a mi cabeza; lo usaba exclusivamente para salir de noche y solo tres aplicaciones eran suficientes para llenar una habitación completa por un día entero, su rastro quedaba en la almohada por días. En la actualidad sigue oliendo tan particular como esa primera botella pero ha sido considerablemente rebajado y su duración no sobrepasa las cuatro horas; en lo personal a perdido parte de su magia, sin embargo, sigue siendo una fragancia muy especial.

Esta creación de Jacques Huclier de 1996, debe ser uno de los perfumes que más he adquirido en mi vida, entre 2008 y 2015 he tenido tres o cuatro frascos. La botella actual data de 2014 y aún cuando, no es el monstruo que fue y que, tal vez, no valga la pena la inversión; es hoy mucho más portable y mucho más amigable de lo que era y, a pesar de que sigue poseyendo su aroma tan característico, la nota de goma y caramelo quemado a sido “aguada” en post de un pachuli dulce, un café astringente y el chocolate amargo regado con miel.

El otro día olí mi botella actual y enseguida pensé en un La vie est belle pour homme.



5.- Cool Waters de Davidoff:

Primera botella.
Esta fue una de las fragancias más grandes de los noventa; la representación del hombre moderno, natural, que es amigable con su entorno, se preocupa de su cuerpo y de vivir en la naturaleza. Usé Cool Waters cuando se me contagió la idea de dedicarme al remo como deporte, tenía 23 o 24 y era joven, enérgico y deportista, como la imagen que proyectaba la fragancia. Debo confesar con pesar que dicha etapa así como la imagen corporal que la acompañaba, ha quedado en el pasado de la juventud perdida.
Botella actual-

Volví a probarlo hace poco y no lo reconocí, algo en el había cambiado o bien, en estos años, ha sido tan imitado y ha inspirado a tantas fragancias del mercado que su aroma se pierde entre los perfumes genéricos que quieren emularlo, recordemos que es una fragancia que data desde 1988 y ha sido creada por Pierre Bourdon.

Fresco, profundamente masculino y fácil de llevar, se configura como una brisa cargada de notas ozónicas, menta, lavanda, calone (que me recuerdan a Escape de CK) y trazos de maderas cálidas y almizcle hacia el final. Cool Waters se estructura en relación a dos elementos poderosos: una salida acuática verde no cítrica y una base cálida, delicadamente almizclada y un poco áspera (puede ser por el musgo de roble y el tabaco); etapas que se superponen en una estructura olfativa orientada hacia épocas frescas primaverales. Creo que es en esta última fase donde la fragancia ha perdido parte de su encanto y se ha transformado en una acuerdo chillón de un musgo sintético y de baja calidad; en mi memoria olfativa subyace un secado característicamente polvoso, profundo y dulce con trazos picantes y en la actualidad, alguna nota o acuerdo que no puedo definir aún, se me desinfla entre su estructura media y final. Nunca digo esto de un perfume pero, en mi última experiencia, me resulto barato y completamente común.